viernes, 1 de julio de 2011

Decisiones.

En muchas ocasiones me he planteado qué habría pasado de haber elegido otra cosa. Qué habría pasado, por ejemplo, si este curso no me hubiese hecho amiga de ciertas personas o no hubiese perdido a otras.
En la vida tomas decisiones continuamente, en muchos casos te parecen banales pero si te las planteas seriamente te puedes dar cuenta de lo que llegan a influir en todo. Cuando decides acercarte a una persona y decir un hola inofensivo nunca piensas que esa persona puede convertirse en algo muy importante en tu vida o hacer que te des cuenta de tus errores. Cuando decides pasar una noche estudiando para sacar una buena nota nunca piensas que esa nota puede cambiar toda la media del curso. Cuando discutes con alguien nunca piensas que puede llevar a cosas tan horribles como perder la confianza en ti mismo u odiar a una persona.
Supongo que en muchos casos nos dejamos llevar por el corazón y no nos paramos a pensar en todo lo que puede conllevar cada uno de nuestros actos. Hay veces que se describe a una persona como impulsiva, me gustaría que esas personas que se atreven a utilizar tal adjetivo (me incluyo en el grupo) pensasen si ellos, antes de realizar cada movimiento, piensan en las consecuencias que acarreará. La verdad es que no, nadie se plantea en mitad de una discusión si el insulto lerdo, que parece tan simple y en muchos casos utilizado como broma, puede hacer que la otra persona deje de sentirse importante y comience a plantearse su existencia. Parece que exagero pero si lo digo será por algo, a lo mejor no de propia experiencia pero por algo será.
Ha partir de hoy, voy a comenzar a pensar más mis decisiones (sí Rubén, aún no las pienso lo suficiente así que imagínate tú), voy a plantearme las consecuencias de cada palabra porque dicen que si siembras trigo recogerás trigo y no quiero sembrar dolor porque entonces seré yo quien lo recoja, voy a aprender a utilizar la palabra impulsivo cuando yo no lo sea.

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